Cada vez que la derecha venezolana siente que sus
planes conspirativos contra la Revolución Bolivariana pueden triunfar, empiezan
a soltar un montón de perlitas que permiten entrever qué es lo que se traen
entre manos.
Esta vez, el propio candidato de la derecha junto al
conglomerado mediático que lo acompaña, ha dejado al descubierto que el plan
para el 7 de octubre es hacerle creer a la oposición que es ganadora, ese día
cantar fraude, sacar a toda su gente enardecida a la calle para “defender el
voto” y desatar una ola incontrolable de violencia que permita exigirle al
Consejo de Seguridad de la ONU una intervención extranjera.
Este escenario, que planteó el propio ex embajador
estadounidense en Venezuela, Patrick Duddy en la Universidad de Duke y tal como
lo expuso el dirigente de la extrema derecha venezolana, Yon Goicochea en un diario
de circulación nacional, es el mismo plan que hace más de un año aconsejó el
experto en guerra sucia, JJ Rendón, a la derecha venezolana.
En su reciente rueda de prensa con medios
internacionales, Capriles Radonsky repitió lo mismo que días atrás le dijo al
periodista Andrés Oppenhaimer de CNN “vamos a ganar con un millón de votos de
diferencia”.
La frase repetida no generaría ninguna alarma proveniendo
de un candidato normal, de un demócrata que respeta al árbitro electoral, el
problema es que lo dice el mismo que protagonizó el golpe de estado de 2002, el
mismo que asedió la embajada cubana, el mismo que persiguió dirigentes del
chavismo y pretendió lincharlos el 12 de abril, el mismo que al asumir la
Gobernación de Miranda desalojó a todos los médicos cubanos que trabajaban para
el pueblo, quien dejó sin trabajo a cientos de venezolanos tan sólo por ser
chavistas, quien convirtió al estado Miranda en el más inseguro del país (con
un alto índice de paramilitares colombianos), el mismo que falsificó un
documento de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana para generar molestias
dentro de los militares y el mismo que
siempre ha desconocido al CNE, a todas las instituciones del país e incluso al
derecho internacional.
Las palabras de Radonsky no alarmarían si detrás de él
no estuviera la más antidemocrática y delincuencial oligarquía internacional,
como Mezerhane y los demás banqueros prófugos, Guillermo Zuloaga, el ex
presidente Álvaro Uribe, el sionismo en pleno, el narcoparamilitarismo
colombiano y los más mercenarios funcionarios estadounidenses.
Es sumamente delicado ver que el candidato de la
derecha, con semejante prontuario, diga que va a ganar las elecciones, aunque
las encuestas demuestren lo contrario, porque él “sólo cree en los estudios que
lo dan como ganador”. Es gravísimo que un golpista, que aún no ha asumido su
responsabilidad, diga que “a este Gobierno no lo salva nadie” y que ya tiene
designado su Ministro de Defensa, pero que no lo dirá aún porque es un militar
activo. Sumamente grave que a días de las elecciones diga que “Chávez es
cómplice de las guerrillas colombianas”, que “harán fiesta en PDVSA luego de
botar al presidente Ramírez” y que se mantendrán en las calles defendiendo su
triunfo. Es sumamente alarmante porque son las mismas palabras y matrices de
opinión que manejaron antes y durante el golpe de estado de 2002.
Ni Capriles ni el resto de la derecha venezolana ha
reconocido jamás al Consejo Nacional Electoral, a menos que los resultados les
favorezcan, como en las elecciones de gobernadores de 2008 y las legislativas
en 2010. Son los típicos niños ricos malcriados que piensan que juegan solos y
que por lo tanto el triunfo siempre les pertenece. Esta vez decidieron jugar en
el terreno democrático porque no les quedaba otra alternativa y porque al
parecer se sintieron identificados con los ejemplos de Honduras y Paraguay,
donde la derecha aplicó nuevas maneras para ejecutar y legitimar golpes de
estado.
Si con una actitud desafiante Capriles irrespetó reglamentos
mínimos del CNE, que prohíbe el uso de símbolos patrios en la campaña (como lo
hizo con su gorra), si además engañó al CNE y al país entero con un plan de
gobierno oculto (que no es más que una mera copia de las políticas que aplicó a
sangre y fuego Carlos Andrés Pérez tras la masacre de “El Caracazo” de
1989), ¿qué nos haría creer que este
señor, hijo de una de las familias más adineradas del país, respetará los
resultados del CNE, es decir, la voluntad del pueblo?
Lo más bárbaro y delicado es el apoyo inquebrantable
que le han dado las corporaciones mediáticas, como CNN, FOX, ABC, El País, el
Grupo Clarín, etc. Es hasta comprensible que un candidato se sienta como
ganador y se lo exprese a sus seguidores, pero que unos periodistas oculten
conscientemente los sondeos de opinión que durante más de 6 meses han
demostrado que la tendencia es a favor del Presidente Chávez y repitan
incesantemente que “Capriles ganará” sin el más mínimo sustento matemático o
estadístico, revela que estas corporaciones mediáticas son parte de un plan. No
se equivoca el periodista Pascual Serrano cuando dice que ahora a toda guerra
le antecede un bombardeo mediático. Después de matar la verdad es que lanzan
sus bombas y despliegan sus marines. Son los medios para la guerra.
Luego del cierre de campaña de Capriles en Caracas, la
derecha posicionó vía twitter el mensaje “Chávez de pana te queda una semana” y
con esta frase una ola de comentarios fascistas diciendo: “¿dónde se van a
esconder los chavistas?”, “el 8 de octubre los meteremos a todos en un estadio
nacional”, “Corran porque ya les queda poco”, “cuando veo a los chavistas me
provoca sacar una metralleta y hacer tatatata”. Esos comentarios llenos de
odio, soberbia e intolerancia, hicieron que muchos revivieran los episodios más
lamentables del golpe de estado de abril de 2002.
El Presidente y Comandante Hugo Chávez los ha llamado
a la cordura, tal como lo hizo antes, durante y después del golpe de estado de
2002. Ojalá escuchen y no vuelvan a tomar los caminos violentos, ojalá no
vuelvan a provocar al pueblo, que como nunca antes está preparado para defender
sus conquistas, ojalá que el 7 de octubre gane la cordura, la paz, la sensatez
y la democracia protagónica y participativa. Ojalá! Ojalá algún día entiendan las
palabras de Fidel cuando dice que “los revolucionarios no luchan porque no
tengan nada que perder, sino porque tienen mucho que ganar”.
El pueblo venezolano aún tiene un mundo por ganar!
Karen Méndez
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