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Del gorilismo al golpe suave
Karen Méndez
De mil y un maneras la oposición venezolana ha
intentado acabar con la Revolución Bolivariana. En abril de 2002 ejecutaron un violento
golpe mediático y militar, pero en tan sólo 48 horas el pueblo los derrotó;
luego paralizaron la industria petrolera y fracasaron, desataron multi-focos de
violencia con las conocidas guarimbas y se quemaron, promovieron una
insurrección militar en la Plaza Altamira y allí se secaron, contrataron un
centenar de paramilitares colombianos para asesinar al Presidente Chávez y
fueron descubiertos, activaron un referéndum revocatorio y volvieron a perder,
durante 14 años han desatado una feroz arremetida mediática y nada han logrado,
trajeron a reconocidos terroristas internacionales para crear una ola de
violencia incontenible y fueron neutralizados. Cansados de alimentar un
prontuario golpista que no los ha llevado a nada, la oposición venezolana decidió
migrar a nuevos guiones, que en nombre de la “paz” y “la no violencia”,
pueden debilitar y destruir los pilares que sostienen al Gobierno, tal como lo
plantea el ideólogo estadounidense Gene Sharp, y tal cual lo han
ejecutado algunos sectores de derecha en Serbia, Ucrania, Libia y actualmente
en Siria.
Si bien el guión Sharp ha fracasado en países como
Bielorrusia, Rusia e Irán, también es cierto que a través de este método no
violento se ha logrado derrocar a una decena de gobiernos que no sirven a los
intereses de Estados Unidos, bien sea por sus procesos de emancipación y luchas
antiimperialistas o porque ya se les hace insostenible seguir apoyando
regímenes realmente totalitarios, represores y desacreditados mundialmente,
como los de Egipto, Túnez y Baréin.
El plan de golpe suave que recomienda Gene Sharp para
derrocar gobiernos está basado en 3 fases: la protesta, la no cooperación y la
intervención. Para lograr cada uno de estos pasos Sharp recomienda 198 métodos,
entre ellos el boicot económico, la no cooperación política y social, las
huelgas, el acoso a funcionarios, el despliegue de rumores, el plagio y la
erosión de mitos y símbolos, el saboteo dentro de las instituciones
gubernamentales, marchas, mítines de protestas, huelgas estudiantiles, patronales
y penitenciarias, el bloqueo a las líneas de mando o información, la
falsificación de documentos y provocar detenciones de sus líderes.
Aunque la teoría de golpe suave utiliza el nombre y la
lucha de Gandhi como referente, su creador Gene Sharp dejó claro desde el
principio que “no se trata de pacifismo o creencias religiosas, sino que se
trata de la lucha no violenta estratégica que busca apoderarse del poder
político para negárselo a otros mediante armas psicológicas, políticas y
económicas”. Su amigo, el ex coronel del ejército estadounidense, Robert
Helvey, es aún más claro “ya pocos países pueden permitirse uso extensivo de
armas costosas (…) ya se cambiaron las armas. Ya no son bombas y fusiles, ahora
son mentiras y boicots”.
Bob Helvey, ex combatiente de la Guerra contra
Vietnam, es una ficha clave tanto para Sharp como para los servicios de
inteligencia estadounidense. Fue este hombre quien logró convertir la teoría de
Sharp en una realidad. En el año 2000, el Instituto Nacional Republicano, el
ala más agresiva del partido Republicano estadounidense, le encomendó a
Helvey la tarea de entrenar mediante el guión Sharp a la oposición serbia
para derrocar al gobierno de Slobodan Milosevic. Tras su éxito, las conocidas
“Revueltas de Colores” se extendieron por otros países de Europa del Este,
Medio Oriente, y Asia.
EL GUIÓN SHARP Y SUS PUNTOS DE GIRO
El plan Sharp casi siempre se activa después de
coyunturas electorales. Su apuesta es deslegitimar al gobierno tanto dentro
como fuera del país para así justificar su desacato al estado de derecho.
Mientras tanto van socavando los pilares de apoyo como la policía, la fuerza
armada, los empleados públicos, los medios de comunicación (“porque si se
quiere tener éxito se deben tener los medios para publicar mensajes a un
público receptor” como recomienda Bob Helvey). También socavar el apoyo de la
comunidad empresarial suministradora de bienes y servicios que el gobierno no
controla, los jóvenes, los trabajadores (de especial interés el transporte e
industrias conexas), organizaciones religiosas (convertir a lideres religiosos
en voceros de la oposición), y por último activar a cualquier cantidad de ONG
que puedan funcionar fuera del control directo y supervisión del Gobierno.
Helvey precisa en su libro “Sobre el conflicto noviolento estratégico”
que estas organizaciones pueden recaudar fondos, comunicarse con diferentes
audiencias, aportar experiencias de otros movimientos y obtener recursos para
solucionar problemas que permitan hacerle creer a la comunidad que no hace
falta el Gobierno.
Como todo buen guión aristotélico dividido en tres
actos, la primera fase de protesta, denuncia de fraude, movilización en las
calles y cacerolazos, es tan sólo la introducción de un conflicto extremamente
agresivo, pero afinadamente camuflado.
La fase 2 consiste en la no cooperación política,
económica y social, muy parecida a los castigos colectivos aplicados contra la
Chile de Allende o la Cuba revolucionaria.
El objetivo de esta fase es que el gobierno no pueda
funcionar porque ningún gobierno puede sobrevivir sin el apoyo de la gente.
Para ello se plantea:
No cooperación política: boicots en instituciones de gobierno como por
ejemplo huelgas de brazos caídos, desobediencia civil, rechazo a la autoridad,
ineficiencia deliberada o generar conflictos institucionales internos,
rivalidades y hostilidades personales que puedan dañar o interrumpir
operaciones, así como denunciar políticas o acciones del gobierno en escenarios
internacionales.
No cooperación económica: el objetivo es entorpecer la capacidad del gobierno
de conservar la fidelidad de sus seguidores mediante el boicot de productos y
servicios que necesita el gobierno para mantener la estabilidad, la evasión
fiscal o el retiro de depósitos bancarios.
No cooperación internacional: se busca deslegitimar y acabar con el apoyo que otros
países u organismos internacionales pudieran darle al gobierno.
No cooperación social: Para concretar la no cooperación social, Helvey
propone varias acciones, entre ellas sabotear eventos sociales, culturales o
deportivos que le den prestigio al gobierno. También evitar las interacciones
sociales con miembros del régimen “Los padres pueden evitar que sus hijos
compartan con niños de funcionarios gubernamentales. El rechazo envía mensaje
de que el pueblo no tolera a quienes apoyan al régimen” recomienda Helvey.
OPERACIONES PSICOLÓGICAS
En este punto dramático del guión Sharp juegan un
papel clave las corporaciones mediáticas y las operaciones psicológicas, porque
como dice el fallecido novelista y político británico Edward George Earl Bulwer
Lytton : “la pluma es más poderosa que la espada”.
Uno de sus objetivos es lograr que el público se
vuelva apático y hostil hacia el gobierno, para eso se desata una ola de
rumores, mentiras y medias verdades por todos los medios posibles:
“Así como la artillería cambió la naturaleza de la
guerra en tiempos de Maquiavelo, la tecnología nos ha dado la capacidad de
cambiar la forma de librar conflictos no violentos. Las computadoras, el acceso
a internet, los teléfonos móviles y por satélite, los programas encriptados, la
televisión y la radio son armas de gran importancia para la lucha no violenta”
(Bob Helvey).
El clímax y desenlace del guión Sharp se inicia cuando
el juego pasa al tablero internacional y desde organismos internacionales, como
el Consejo de Seguridad de la ONU, se justifica y autoriza la intervención de
potencias extranjeras en el país donde se generó el conflicto.
En un reciente documental titulado “¿Cómo empezar
una revolución?”, el señor Gene Sharp admitió que su plan, también conocido
como las “Revueltas de Colores”, se ha aplicado en países como Georgia, Irán,
Kurdistán, Rusia, Ucrania; Zimbabue y Venezuela, entre otros.
¿REVUELTA AMARILLA?
En Venezuela es el partido Primero Justicia, también
relacionado desde sus inicios con el ala más agresiva del gobierno estadounidense,
quien ejecuta ese golpe de mecha lenta contra la Revolución Bolivariana. No se
trata de una cruzada por la paz y la justicia, sino una cruzada para que
Estados Unidos y las oligarquías que siempre controlaron el petróleo venezolano
vuelvan a tomar el poder para negárselo al pueblo que tantas
reivindicaciones y conquistas ha logrado con la Revolución Bolivariana.
Ya en el año 2007, el Comandante eterno de la
Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, le advirtió a Estados Unidos, a Bush, Gene
Sharp y todos sus ideólogos que con Venezuela no podrán. Ellos insisten.
Definitivamente la naturaleza de la guerra cambió, lo que no puede cambiar es
la conciencia de un pueblo que ya lleva más de 200 años luchando contra el peor
imperio del mundo para poder vivir libre y en paz.